Francisco de Goya, precursor del impresionismo y Padre del Arte Moderno. Estos son algunos de los calificativos que se le atribuyen a este brillante pintor español.
Conoció el lienzo a sólo cinco años de edad, para más tarde incursionar en caballete, mural, grabado y dibujo, desarrollando el estilo “goyesco”. Fue nombrado pintor de la Corte, por el rey Carlos IV, en España, logrando gran renombre con la obra “La familia de Carlos IV”.
Vida y Obra de Francisco de Goya
Francisco de Goya y Lucientes nació en una pequeña localidad zaragozana, Fuendetodos, en 1746. Su familia era de una posición social medianamente acomodada, que se encontraba en ese pueblito mientras rehabilitaban la vivienda donde realmente vivían, en Zaragoza.
Su padre, un artesano con cierto prestigio, de origen aragonés, especialista en dorar la madera u otros materiales para dar mejor aspecto final al trabajo, era llamado “ maestro dorador” a este tipo de trabajador.
De su madre, Gracia Lucientes, se sabe que era de una familia campesina acomodada de Zaragoza, también de origen aragonés, casada en 1730 con Braulio Goya, el padre de Francisco.
Procrearon seis hijos, a saber, Rita (1737), Tomás (1739), quien también fue dorador, citado a veces como pintor; Jacinta (1743), Mariano (1750), murió en la infancia, y Camilo (1753), eclesiástico y capellán de la colegiata de Chinchón.
Estudios
Un año después de nacido, volvieron a Zaragoza. Es probable que Francisco de Goya haya estudiado en el Colegio de Santo Tomás de Aquino, de las Escuelas Pías de Zaragoza.
Al cumplir los diez años, al parecer la familia de Francisco entró en problemas económicos, que lo hicieron trabajar para ayudar en el sustento del hogar.
Ingresa a la Academia de Dibujo de Zaragoza, bajo dirección de José Luzán en 1759, cuando tenía 13 años de edad. José Luzán era hijo de otro dorador, vecino de los Goya. La familia nunca perdió contacto con el pueblo natal de Francisco, la familia materna vivía allá y años más tarde, en 1789, su hermano mayor, Tomás, instaló su taller ejerciendo, al igual que su padre, como maestro dorador.
Allí estuvo hasta 1763, tiempo del que no quedaron trabajos registrados de Goya, aunque en una de sus autobiografías, Goya contó que Luzán “le había dado a copiar las más bellas estampas que tenía”. A esta etapa se atribuyen unos cuadros religiosos, de estilo barroco tardío napolitano, como Sagrada Familia con San Joaquín y Santa Ana ante el Eterno en gloria, con fechas entre 1760 y 1763, otros lo datan de 1768 y 1769.
Primeros trabajos, España e Italia
Se cree que se fue a Madrid con Francisco Bayeu y Subías, pariente de los Goya, que en 1763 fue llamado por Anton Raphael Mengs, pintor checo de gran éxito internacional, para que ayudara en la decoración del Palacio Real de Madrid, ya que en 1770, Goya fue presentado en Italia, como discípulo de Bayeu.
Goya estuvo en Italia, en 1770, a donde viajó con sus propios recursos, a estudiar la obra de Guido, Reni, Veronés, Ruben y Rafael, entre otros grandes pintores. De esta experiencia quedó un Cuaderno italiano, con apuntes y dibujos originales, además de textos autógrafos del pintor, de todo lo conocido y vivido durante este viaje.
Este cuaderno forma parte de otro grupo de cuadernos con anotaciones y bocetos, que se encuentran en el Museo del Prado, la mayoría de ellos. Volvió a España, un año más tarde, posiblemente por la enfermedad de su padre, o por una llamada de la Fábrica del Pilar, para realizar un mural para la bóveda del coreto de la capilla de la Virgen.
Matrimonio
Francisco Goya se casó con Josefa Bayeu, la hermana de los pintores Francisco, Fray Manuel y Ramón Bayeu, el 25 de julio de 1773. Gracias a su cuñado Francisco, al final de ese mismo año, fue llamado a trabajar en la Corte como pintor de cartones para tapices.
De Josefa Bayeu, la “pepa”, como la llamaba cariñosamente Francisco, no se tienen muchas referencias. Debió ser una mujer muy discreta, no influía en la vida de Goya. Hay un dibujo de ella, a lápiz, elaborado por Goya, de cuando ella tendría poco más de 50 años de edad, en el año 1805, aproximadamente.
Se ve avejentada y encorvada, lo que echa por tierra la creencia de que Josefa es la que aparece en un retrato de una mujer joven, con una pañoleta blanca y guantes, sentada en un sillón, realizado entre 1814 y 1816. La mujer del retrato debía tener unos 20 ò 30 años a la fecha de su realización.
Tuvieron un primer hijo, nacido el 29 de agosto de 1774, fallecido poco tiempo después. Tuvieron siete hijos más, todos fallecían al nacer o poco después de nacer, a excepción de Javier Goya y Bayeu, nacido el 4 de diciembre de 1784, único heredero del pintor.
La duquesa de Alba y otros amores
Para el año 1794, Goya realiza varios retratos de los duques de Alba, entablando una buena relación de amistad. Al fallecer el duque, Goya pasa largas temporadas con la viuda, Cayetana, la duquesa de Alba, en la finca de San Lúcar de Barrameda, entre los años 1796 y 1797, donde le pinta varios retratos.
María Teresa de Silva Alvarez de Toledo, llamada también Cayetana, fue la mujer que ostentó más títulos nobiliarios en España, durante los inicios del siglo XIX, amén de ser una mujer bella, sensual y muy liberal para la época. Fue también mecenas del pintor Francisco de Goya, dicen que igualmente mantuvieron una relación amorosa, cosa de la que no hay ninguna evidencia.
Hay quienes aseguran que era imposible ese tipo de relación, por la diferencia de clases existente entre los dos. Más, entre las historias que se tejieron en torno a Cayetana, se cuenta que le gustaban los toreros y hombres de condición social inferior a ella, que se vestía de maja para salir a divertirse de noche, de una manera que era prohibida a las damas respetables de la sociedad.
El cuadro La maja desnuda, tiene otra historia, unas fuentes aseguran que la modelo retratada es la duquesa de Alba, otras opinan que es Pepita Tudó, amante de Manuel Godoy, noble y político español, quien le habría encargado la pintura a Goya, y es conocido como el primer propietario de la obra. Además, la Maja difería de la duquesa de Alba, ya que ésta última era más bajita y de formas más redondeadas.
Leocadia Zorrilla
Goya conoció a Leocadia Zorrilla, pocos años antes de morir. Ella era una mujer de 42 años menos que el pintor, quien convivió con él tanto en Madrid como durante su exilio en Burdeos, Francia. La conoció en 1805, cuando hacía retratos a la familia política de su hijo Javier. Era prima de Gumersinda Goicoechea, la prometida de su hijo.
Leocadia era una mujer atractiva, culta, amante de la música, además experta amazona. Casada con Isidoro Weiss, un rico y reconocido joyero, de quien se separó en 1814, año en el que tuvo su última hija, Rosario, la cual fue reconocida por su esposo, aún cuando éste la acusaba de adulterio.
¿Es Rosario hija de Goya?
A raíz de la separación conyugal, Leocadia se vio en serios aprietos económicos. Goya, quien había enviudado en 1812, la acoge en su casa como ama de llaves, para ayudarla y ser ayudado. De ama de llaves pasa a ser su compañera sentimental, hasta el día de su muerte.
Según opinión de los expertos, el pintor hizo dos retratos de Leocadia, “Una manola, doña Leocadia Zorrilla”, entre 1819 y 1823, usado en la decoración de la Quinta El Sordo, y otro, que se había atribuido a su esposa, Pepa, pero no coincide en fechas ni en rasgos, por lo que concluyen que también era Leocadia.
Cuando Leocadia se va a vivir con Goya, junto a dos de sus hijos, era, según fuentes no oficiales, ya amante de Goya, por lo que se especula que Rosario pudiera haber sido la causa de su separación matrimonial.
Hay cartas escritas por Goya, en las que se refiere a Rosario con mucho cariño, llamándola “mi Rosario”, “la mariquita”, apelativo muy familiar. De hecho, hay una carta dirigida a Joaquín María Ferrer, donde le sugiere que trate a Rosario “como si fuera hija mía”.
Goya enseño a Rosario a dibujar, cuando apenas tenía siete años. A los 10 años, ya Rosario podía reproducir las obras de Goya con gran facilidad, lo que hizo que se convirtiera en copista, oficio con el que se ganó la vida años después. Incluso, se prestan a confusión algunas copias hechas por ella y los originales del afamado pintor.
Dos años antes de morir, Goya inscribió a Rosario en la escuela de Pierre Lacour, en Burdeos, donde se especializaría en dibujo y litografía. Al morir Goya, su hijo Javier va a Burdeos y se lleva todas las obras del pintor, dejando a Leocadia solo los muebles, la ropa y 1000 francos.
Contexto histórico
Francisco de Goya vivió entre la etapa de la Ilustración en España, que concluye con el reinado de Carlos IV y la de invasiones, convulsiones y guerras, que tanto daño hicieron a ese país en el siglo XIX. En cada una de ellas Goya recogió impresiones de aquellas vivencias, que luego las reflejó en sus cuadros, de manera especial y trascendental. (Ver artículo: Isabel la católica)
Mientras reinaba Carlos III, en sus trabajos se nota optimismo, relajación. Se hacían retratos de ministros del momento, como el Conde de Aranda y el de Floridablanca, así como de Gaspar M. de Jovellanos. Al subir Carlos IV al trono, en 1788, la escena cambia, había un descontento popular, que se tradujo en la sustitución de Carlos IV por Fernando VII, luego del motín de Aranjuez.
Este, a su vez, abdicó en favor de José I, quien era hermano de Napoleón Bonaparte. Goya trabajaba en la corte de Carlos IV, tiempo en que se dedicó a pintar varios cuadros de la familia real.
Al estallar la guerra de la independencia, en 1808, con el regreso de Fernando VII al trono, Goya se inclina hacia la pintura histórica y muestra una visión muy pesimista de la realidad humana.
Muerte
Desde 1824, Goya vivió en Burdeos, Francia, hasta su muerte el 16 de abril de 1828, a sus 82 años de edad. Sufría de cáncer y de las consecuencias de una caída por unas escaleras, sucedida tiempo atrás.
Hay especulaciones sobre el padecimiento, además, de una enfermedad venérea, síndrome de Meniere, saturnismo y una trombosis, que pudieron acarrear su fallecimiento. Ya en 1792, Goya estaba seriamente afectado de salud, quedando sordo como consecuencia del saturnismo y tras un tiempo prudente de reposo, se recupera pero continúan ciertos problemas motores y visuales.
Fue sepultado en Burdeos, Francia, pero años más tarde, en 1899, sus restos fueron trasladados a la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, España.
Tumbas
No es raro que un personaje ilustre en la historia, tenga más de una tumba o panteón como homenaje a su vida, trayectoria y legado a la humanidad. Francisco de Goya, por ejemplo, tiene cuatro panteones, por supuesto, uno solo contiene sus restos, la que está en la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, España.
Su primera sepultura fue en Burdeos, Francia, ciudad donde falleció. De allí fue trasladado a la Sacramental de San Isidro de Madrid, España, en donde se conserva un panteón con su nombre. Luego siguió su rumbo a la ermita de San Antonio de la Florida, también en Madrid. La columna original que presidía la tumba de Goya en Burdeos, fue trasladada en 1927, a la plaza del Pilar de Zaragoza.
Así, Goya tiene cuatro sitios que honran su memoria, ubicados entre Francia y España.
Obras de Francisco de Goya
Francisco de Goya está considerado como el mejor y más notable pintor de su época, por haber sabido explorar y aprovechar todas las posibilidades, que le ofrecía la evolución estilística del siglo, y por ser el único en dar testimonio, más preciso, de los sentimientos que van desde el optimismo del reformismo ilustrado, hasta el desengaño que se generó al fracasar el progreso pacífico de la humanidad, que debió nacer gracias al uso de la razón y la filantropía. (Ver artículo: Mario Moreno Cantinflas)
Murales y pinturas religiosas
En esta faceta se destacó con varios trabajos. “La adoración del nombre de Dios” fue uno de ellos, éste fue un fresco, terminado en 1772, para la bóveda de la Basílica del Pilar, que dejó plenamente satisfechos a la Junta de Fábrica del templo, lo que le abrió las puertas para encargarse de los murales de la capilla de los condes de Sobradiel.
Destaca “El entierro de Cristo” que se hizo en el techo, el cual puede contemplarse en el Museo de la Fundación Lázaro Galdiani, en Madrid.
En Zaragoza, las pinturas de la Iglesia de la Cartuja del Aula Dei, son un conjunto de obras realizadas al secco o al óleo sobre el muro, por Goya, que decoran la iglesia del monasterio, situado a unos kilómetros de las afueras de la ciudad. Estos relatan la vida de la Virgen desde sus raíces, San Joaquín y Santa Ana, hasta la Presentación de Jesús en el templo.
Cartones para tapices
Entre sus primeros trabajos importantes, están los cartones para tapices dibujados por él, que servían de modelo a los artesanos de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara en Madrid, en 1775.
Con ellos dio a conocer sus dotes al desarrollar la pintura popular y costumbrista, graciosa y fresca, asemejándose al estilo rococó, mostrando el momento que se vivía en ese momento, vida apacible y cómoda, gracias a la ilusión que despertaban los avances del movimiento reformista.
Estos tapices confeccionados para la realeza española, eran un empeño de la Casa de Borbón, quienes fomentaban la industria de calidad.
El rey Carlos III, llamado “El político”, pedía que se representaran motivos españoles, que siguieran la línea del pintoresquismo de los sainetes teatrales de Ramón de la Cruz, así como de las estampas grabadas por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, que tuvieron mucha repercusión.
Goya trabajó para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, por 12 años, hasta 1792, cuando adquirió una enfermedad que le provocó sordera y dejó de hacer esa extraordinaria labor.
Su trabajo con los cartones se puede dividir en cuatro series:
Primera serie (1775)
En la que elaboró nueve cuadros, de corte cinegético (cacería), destinados al comedor de los príncipes de Asturias, en El Escorial. Fue decorado con pinturas como “La caza de la codorniz”, “Perros en traílla” o ”Caza con mochuelo y red”.
Segunda serie
Se distinguen dos grupos de encargos, uno con marcadas imágenes de diversiones populares campestres, localizando las escenas en la ribera del Manzanares, debido a la ubicación del Palacio de El Pardo. Otros fueron para el dormitorio principesco, como “La novillada” (1780), “La feria de Madrid” (para el antedormitorio), “El juego de pelota a pala” y “El cacharrero” para el comedor.
Tercera serie
Goya estaba experimentando otros trabajos, como retratista de moda de la clase alta madrileña, así como el encargo de pintar un cuadro a San Francisco El Grande, de Madrid y una cúpula de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Pilar, entre 1780 y 1786.
Pintó una serie de cuatro cuadros representativos de las estaciones del año, para decorar el comedor del Palacio de El Pardo. Son algunos, “La Nevada”, “Los pobres en la fuente”, “El albañil herido” y “La pradera de San Isidro”.
Éste último era un boceto destinado al cuarto de las infantas, en ese mismo palacio. A raíz de la muerte del rey Carlos III, en 1788, se interrumpió ese proyecto, pero quedó otro que se llamó “La gallinita ciega”. (Ver artículo: Ana Bolena)
Cuarta serie
Con el recién proclamado rey Carlos IV, se propone a elaborar la cuarta serie de cartones, entre 1788 y 1792, dirigidos a decorar su despacho. Estos se caracterizaban por un matiz satírico y otros con ambientes y escenas alegres del Madrid del momento.
Vuelven los juegos al aire libre, “Los zancos”, “Las gigantillas” y las mujeres, alegres por manotear a un muñeco grotesco, en “El pelele”, que denotaba el haberse desquitado de la dominante posición social del hombre.
Pintor
El cacharrero, El quitasol, La gallina ciega, El columpio, La cometa y El Pelele, son algunas de las mejores composiciones de su trabajo. Predomina en ellas la vida alegre, el juego y la gente desenvuelta.
Así empieza su trabajo como pintor, introduciéndose en los círculos aristocráticos españoles. Se convirtió en el retratista preferido del momento, por aristócratas, intelectuales y políticos. Mantuvo el uso de los colores claros y amables, en el mismo estilo rococó.
Su fama siguió creciendo y pintó las escenas de alegre romería que se aprecian en la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid. Su consecuente trabajo le valió el nombre de Primer Pintor de Cámara en 1799 y la oportunidad de pintar una obra maestra, “La familia de Carlos IV”, en la que reflejó el perfil psicológico con una sutil ironía.
Grabados de Goya
“Los caprichos” es una serie de 80 grabados (aguafuertes), sobre la nobleza y el clero de finales del siglo XVIII. Goya representa en forma satirizada la sociedad española de la época, desplegando una solapada crítica de la misma. De esta serie llama la atención “La boda” (1792), donde se asoma su próximo estilo a utilizar, las caricaturas, tomando en cuenta las facciones simiescas del novio en el cuadro.
Retratos de Goya
En 1789 Goya hizo los primeros retratos de la nobleza y de importantes personajes de la sociedad. En 1794 los retoma, incluyendo representaciones de la familia real. Carlos IV de rojo, Carlos IV de cuerpo entero y María Luisa de Parma con tontillo, fueron pintados en 1789.
Ahora agrega un nuevo elemento en sus obras, como los rasgos psicológicos de los retratados, además de utilizar técnicas ilusionistas con manchas de pintura, que reproducen bordados en oro y plata visibles a cierta distancia.
Entre los retratos más destacados, se encuentran Retrato de Sebastián Martínez (1793), prócer gaditano, resaltando la nobleza de su protector y amigo; La marquesa de la Solana (1795); Duquesa de Alba, en blanco (1795) y versión en negro (1797); José Álvarez de Toledo, marido de la duquesa de Alba (1795); María del Rosario Fernández, la Tirana (1799); de toreros, Pedro Romero (1795-1798); de políticos, Francisco de Saavedra, literatos como Juan Meléndez Valdés (1797), Gaspar Melchor de Jovellanos (1798) y Leandro Fernández de Moratín (1799).
Se notan influencias del estilo de retrato inglés, en el que predominaba el aspecto psicológico y actitud natural. Con el tiempo fue mermando el interés en mostrar objetos valiosos, joyas, medallas o algún símbolo que denotara rango o poder de los retratados, con el fin de resaltar las cualidades humanas.
Como retratista, tuvo gran popularidad su cuadro “La Maja desnuda”, en gran parte por la interrogante de saber quién era la bella modelo retratada. De esa faceta quedan otros también que emprendieron ese camino a ese nuevo arte burgués, de comienzos del siglo XIX.
Características de sus obras
Goya se paseó por pinturas de caballete, murales, grabados y dibujos. Se inclinó hacia el recién descubierto estilo del Romanticismo. Con su arte también se abre la época de la pintura contemporánea, siendo precursor de estilos pictóricos del siglo XX. Es uno de los más relevantes artistas españoles y maestro en la historia del arte.
Mientras estuvo en Italia, por el año 1770, trabajó con el novedoso Neoclasicismo, que combinado con el pintoresquismo costumbrista rococó, lo adapta en sus trabajos como pintor de cartones para tapices, en Madrid, entre 1770 y 1780. El que llevaba la batuta en esas actividades y otras relacionadas con la pintura, era Mengs; por otro lado, Francisco Bayeu, era el pintor español con más reputación en ese momento.
Aguafuerte
En 1778, Goya se hizo eco del trabajo de Diego Velázquez, publicando una serie de grabados al aguafuerte, reproduciendo cuadros de ese afamado pintor sevillano. Estos trabajos fueron muy bien acogidos por la sociedad española, que demandaba poder apreciar reproducciones de las pinturas que estaban en los sitios reales.
En ellos aplicó, como lo hacía Velázquez, toques de luz, al que llamaban “efectos mágicos”, más perspectivas aéreas y dibujos naturalistas. El retrato de Carlos III, el cazador, con el rostro arrugado, recuerda ese estilo utilizado por Velázquez en los hombres maduros.
Cuando enfermó en 1793, aquejado de una sordera, producto de la enfermedad, se acerca a una pintura con temas menos amables, pero más creativa y original, muy diferente a las que había pintado en los salones de los palacios reales. Se fue insertando en su etapa madura y efectuando una transición a la estética romántica.
En ellas también se refleja el período violento y hostil que estaban viviendo, la Guerra de la Independencia. “Los desastres de la guerra” muestra las atrocidades cometidas hacia individuos de diferentes condiciones sociales, donde no entra el heroísmo.
Esa invasión de España por las tropas de Napoleón Bonaparte, dio a Goya una inspiración para hacer los cuadros como “El 2 de mayo de 1808 o la carga de los mamelucos” y “Los fusilamientos del 3 de mayo”, que resultaron ser obras de gran dramatismo y protesta.
Al regresar Fernando VII al trono, nombra a Goya pintor de cámara de José Bonaparte. Esta situación afectó notablemente a Goya, quien recayó en su enfermedad y sus cuadros empezaron a tener un tinte lúgubre, sombrío y terrorífico, ahora conocidos como Pinturas negras, que trascendieron como parte de la temática de sus obras.
Debió retratar a generales invasores, haciendo que se expresara el dolor más libremente en sus pinturas. “Saturno devorando a un hijo”, “Dos viejos comiendo” y “El aquelarre”, son otras obras representativas de este momento que atravesó Goya.
Goya y su compromiso político
Francisco de Goya marcó una gran diferencia con los pintores de su época, en cuanto a los temas que reflejaba en sus obras de aquellos tiempos convulsionados de España y Francia. Aquellos pintores del renacimiento se centraban en pintar temas de la antigüedad clásica y tradiciones cristianas.
Goya fue más allá, se dedicó a describir en forma gráfica a la sociedad en que le tocó vivir. Criticó instituciones como la inquisición, que lo convirtieron en una piedra en el zapato para aquellas èlites sociales. Con retratos psicológicos y grabados con fuerte crítica social, a la guerra y la religión, aparte de pintor moderno también fue tildado como problemático para la sociedad burguesa.
Las series de «La Tauromaquia», «Los desastres de la guerra», «Los Disparates» y «Los Caprichos», revelan toda una sociedad con sus bemoles y sus defectos, como un reportaje de la realidad, tomando en cuenta que estaba viviendo y retratando hechos reales y visibles.
En “Los Disparates”, obra de los años 1815 a 1824, no se logran descifrar las imágenes, por el lenguaje tan complejo y metafórico que utilizó, que dieron paso a los grabados “Los caprichos”, de 1799, que también dieron mucho de qué hablar.
Ejemplo claro, es el hecho de pintarle cabezas de burro a las personas, para criticar el sistema educativo. Bodas entre ancianos y jovencitas, el mundo de la prostitución, temas que no se atrevieron a siquiera rozar los pintores contemporáneos a Goya.
Para ese momento, Goya fue un vanguardista, que se adelantó casi 200 años, expresando abiertamente su opinión al mundo que lo rodeaba. Fue de gran influencia para los movimientos artísticos que nacieron años después, entre ellos el impresionismo.
Trascendencia de su obra
La obra de Goya sigue despertando interés en otros autores famosos. Hay muchas propuestas artísticas que se han ocupado de recrear la vida del pintor, como por ejemplo, en la ópera Goya, de Giancarlo Menotti, estrenada en Washington en el año de 1986, por Plácido Domingo y Victoria de Vergara. Otra importante es la película “Goya”, de Carlos Saura, 1999.
El artista Dionisio Fierros, asturiano, se basó en la noticia de la pérdida de parte del cráneo de Goya, mientras lo enterraban en Burdeos, para pintar una calavera con el título “Cráneo de Goya”, en 1849, después de transcurridos 20 años del entierro de Goya. Este cuadro está expuesto en el Museo de Zaragoza, España.
Hay premios Goya, otorgados anualmente por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, a los mejores profesionales que destacan en el cine español, en todas las especialidades. Consiste en una estatuilla de bronce, con el busto de Francisco de Goya, diseñada y fabricada por el escultor José Luis Fernández, español.
Pinturas
Goya fue un pintor prolífico y muy original, cuya obra sigue sorprendiendo por sus novedosas y anticipadas libertades creativas que se dio, más sus innumerables aportaciones, que son seguidas por pintores contemporáneos. Veamos algunas de sus obras más resaltantes:
El aquelarre
Obra perteneciente a la serie de las Pinturas negras, que fue pintada entre 1819 y 1823. Es un óleo sobre revoco, de más de cinco metros de largo, que inicialmente fue un cuadro pequeño que estaba destinado al palacio de recreo de los duques de Osuna, cerca al pueblo de Barajas (1797-98). Con este lienzo, Goya decoró los muros de su casa, la Quinta del sordo o Quinta de Goya, a las afueras de Madrid.
La pintura refleja un ritual de aquelarre, dirigido por El gran cabrón, o demonio, a cuyo alrededor se encuentran sentadas unas brujas jóvenes y otras ancianas, que les entregan niños para su alimentación, según la teoría supersticiosa de la época.
Está ambientado en una noche, en la que brilla la luna al fondo y se ven murciélagos volando. En este cuadro acentúa los tonos oscuros, que caracteriza a la serie que pertenece y al estilo del romanticismo.
En 1874 se trasladó de revoco a lienzo, a manos de Salvador Martínez Cubells, para luego llevarlo a la Exposición Universal de París en 1878. Esta obra se encuentra en el Museo del Prado.
El quitasol
Es un cartón para tapiz, en el que aparece un joven o “majo”, protegiendo del sol a una elegante y joven dama, con un quitasol o sombrilla. Formaba parte de la serie de 10 tapices de temas “campestres”, del período del romanticismo, destinado a decorar el comedor de los príncipes de Asturias, en el Palacio Real de El Pardo. Pintado en 1777, se conserva en el Museo del Prado, apareciendo en su catálogo por vez primera en 1876.
Caprichos
Primera serie de 84 grabados, realizados entre 1792 y 1799, que revelaban su faceta más íntima y personal, mostrando su percepción sobre el desequilibrio que se notaba en la sociedad, seriamente amenazada, de la que hizo severas críticas y sátiras sobre el comportamiento de la misma, enfilándose contra el clero y la nobleza.
En ese año 1792, Goya presenta un discurso en la Academia, totalmente favorable a la libertad del pintor para hacer sus obras. Dijo lo siguiente: “la opresión, la obligación servil de hacer estudiar y seguir a todos el mismo camino es un obstáculo para los jóvenes que profesarán un arte tan difícil”. Se consideró este discurso como un principio a favor de la originalidad y como un alegato de carácter prerromántico.
Saturno devorando a su hijo
De su serie de Pinturas negras, esta se puede considerar como la más negra de las negras. “Saturno devorando a su hijo” es una escena de infanticidio y canibalismo, en la que Crono (el dios Saturno) y padre de Júpiter, se está comiendo a uno de sus hijos, por temor a que éste lo destrone más adelante, así como él lo hizo con su padre Urano, a quien castró con su hoz, de forma horripilante.
Muestra a Saturno con ojos desorbitados, preso de una locura desatada, con mirada terrorífica o incluso de miedo, masticando la masa sin forma de su hijo, ensangrentada y aprisionada con las manos del padre.
Goya quiere expresar el tiempo oscuro que vivía España, represión, agitación política, desordenes sociales o al monarca Fernando VII devorando a su pueblo, o el pueblo devorando su propio futuro.
Y otra lectura es la del horror del saturnismo, que es intoxicación por plomo, enfermedad que sufría Goya y lo dejó sordo. Con el vanguardista estilo del expresionismo, Goya nos deja esta excepcional obra de arte, que se exhibe en el Museo del Prado, como otras muchas de sus obras artísticas.
¿El Coloso, es de Goya?
El Coloso, llamado también La Tormenta, El Pánico y El Gigante, pintado entre 1808 y 1812, es un cuadro con un hombre de tamaño colosal, que se encuentra en el centro de la imagen, semi oculto en los montes, con uno de sus puños en alto y rodeado de nubes. En la parte inferior, se ve un valle sombrío, con personas, carruajes y animales de tamaño reducido, corriendo en dirección a todos lados o detenidos en su huida.
Este cuadro fue recibido en el Museo del Prado en 1931, período en que se estaban iniciando los estudios sobre este pintor, por lo que sus seguidores e imitadores aún no tenían suficientes conocimientos sobre el mismo.
Por ciertos detalles en esta obra, se generó una duda y serias intrigas sobre la autoría de Goya. En el año 2008, el Museo del Prado, en rueda de prensa a cargo de Manuela Mena, jefa de conservación del siglo XVIII y Goya del Museo del Prado, en la que afirma que: “casi con toda seguridad” el cuadro era original del pintor Asensio Juliá Alvarracín, pintor, discípulo y amigo de Goya.
Se llegó a una conclusión, el año siguiente, 2009, de que era de un discípulo de Francisco de Goya, más no daban un nombre específico. De eso y más hay opiniones, investigaciones, evidencias, en fin, ha quedado en tela de juicio esta afirmación de parte del Museo del Prado. (Ver artículo: Diego Rivera)
Francisco Javier Sánchez Cantón, quien fue historiador español y director del Museo del Prado, publicó el inventario del testamento de Josefa Bayeu, fallecida en 1812. En él aparece el nombre de un cuadro llamado “Un gigante”, como se llamó inicialmente, cuyas características coinciden con las medidas y detalles de El Coloso.
Ese cuadro fue pintado durante la Guerra de Independencia en España, que podría simbolizar ese acontecimiento bélico y el caos generado en la población.
La familia de Carlos IV
Es un óleo sobre lienzo, a modo de retrato colectivo, que fue pintado entre los años de 1800 y 1801, por Francisco de Goya. Es parte de los retratos de Goya, con un estilo neoclásico, donde utiliza de forma sutil y subjetiva, las personalidades de los protagonistas del cuadro, para darle imagen a cada uno de ellos, analizando de esta forma a sus retratados.
Aparecen los miembros de la familia real, en forma ordenada, dando más realce a la reina María Luisa, ocupando el centro del cuadro, pasando uno de sus brazos sobre la infanta María Isabel y cogiendo de la mano, al infante, Francisco de Paula, quien a su vez, se la da al rey Carlos IV.
En el lado izquierdo se ve al futuro Fernando VII, sujetado por el infante Carlos, su hermano, más una joven elegantemente vestida, sin rostro, que representa a la futura esposa del príncipe de Asturias.
Del lado derecho, la infanta María Luisa, junto a su esposo, Luis Francisco Filiberto, duque de Parma, con el infante Carlos Luis en sus brazos. Al fondo, los hermanos del rey, María Josefa de Borbón, a la izquierda y Antonio Pascual a la derecha.
Éste último aparece con una figura femenina a su lado, que se encuentra de perfil, quien puede representar a la infanta María Amalia, su esposa fallecida o la hija mayor de los reyes, Carlota Joaquina, reina de Portugal, quien no se encontraba presente, por estar desde hacía varios años en Portugal.
Goya los retrata vestidos con mucho lujo, ropas de seda, joyas, condecoraciones, que representan dignamente a la familia real; expresa el carácter bondadoso y sereno del rey Carlos IV. Pintura de estilo neoclásico, que también se exhibe en el Museo del Prado, Madrid.
Los fusilamientos del 3 de mayo
También conocido como El 3 de mayo en Madrid, es un óleo sobre lienzo, cuyo estilo es el prerromanticismo, el cual fue terminado en 1814. Este cuadro se encuentra expuesto en el Museo del Prado, en Madrid. Plasma la lucha de los españoles contra los franceses, que se originó tras el acontecimiento del levantamiento del 2 de mayo, iniciando la guerra de independencia española.
Es una pintura oscura, con imágenes muy fuertes, que representan el arquetipo del horror que se iniciaba en la pintura española.
Autorretrato
Fueron varios a lo largo de sus años. Autorretrato, de Francisco de Goya, fue pintado en 1815, cuando contaba con 69 años de edad. Su tamaño es de 46 x 33 cm, fue uno de los últimos con su propia imagen, ya con edad avanzada. Al parecer estaba en la Quinta del Sordo, su vivienda a orillas del Manzanares, ya que estaba registrado en el inventario de las Pinturas Negras, en 1828.
Lo compró Román de la Huerta, luego el Museo de la Trinidad y en 1872 pasó, como muchas de sus obras, al Museo del Prado.
Se puede considerar una obra moderna, en la que la luz es el centro de atención, enfocada en el rostro del pintor Goya. El fondo, un espacio sin utilidad, parecido al estilo de Velásquez, que lo usaba para que salieran figuras de él.
La gallinita ciega
Este lienzo, pintado en 1789, fue uno de los cartones para tapiz, destinado a la decoración del cuarto de las infantas, del Palacio de El Pardo. Se enmarca en la serie de cartones, con temas sobre el ocio y diversiones al aire libre o campestres.
Se trata de un grupo de muchachos jugando a “la gallina ciega”, juego tradicional infantil, con uno de ellos vendado ubicado en el centro del círculo, que trata de tocar a los demás con un cucharón, quienes bailan en corro, de manera divertida.
Pertenece al estilo rococó, con paisaje luminoso, cromatismo de rosas suaves, vivacidad y sobre todo se refleja el disfrute de la vida, con visos de flirteo entre los personajes. Este cuadro se encuentra en el Museo del Prado, España.
La cometa
Óleo sobre lienzo de 1777-78. Este cartón se hizo con el fin de adornar el comedor de los príncipes de Asturias, en el Palacio de El Pardo, en Madrid. Forma parte de la serie de temas “campestres”.
En él se ve a un grupo de jóvenes que vuelan una cometa en el campo, al aire libre, con otras personas observando, un edificio al fondo, que aparentemente, es un observatorio astronómico, que estaba en proyecto cuando el rey Carlos III estaba reinando.
El 2 de mayo de 1808
También llamado “La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol de Madrid”, fue uno de los trabajos encargados a Goya para mostrar los desmanes e injusticias sufridas en la guerra de independencia de 1814, junto con “Los fusilamientos del 3 de mayo”. Estas dos obras han sido catalogadas como de las mejores de su producción.
Logró representar toda la violencia con mucha habilidad, centró la lucha de los “mamelucos”, tropas africanas que acompañaban a los franceses, contra los españoles, con mucho color y vivacidad. Dejó profunda huella en el estilo romántico patriótico de la pintura. Las expresiones en los rostros de los contrincantes, logra imprimir el dramatismo y dolor del momento, es un punto muy resaltante en esta obra de Goya.
La vendimia
Este cuadro, también conocido como “El otoño”, forma parte de la serie de Las cuatro estaciones, que iban a ser trece tapices para el comedor del Palacio de El Pardo, pero con la muerte de Carlos III en 1788, no llegaron a concretarse. En el Museo del Prado se encuentra once de estos tapices y uno de los seis borradores que estaban realizando en aquel momento.
En el lienzo se muestra una escena en un campo sembrado de uvas, viñas, donde un joven vestido de amarillo, color del otoño, regala un racimo de uvas negras a una bella joven, mientras un niño trata sin éxito de alcanzarlas; atrás otra joven con una cesta sobre su cabeza, que trae de los campos, donde están los campesinos en plena faena de recolección de uvas.
Duelo a garrotazos o La niña
Este óleo sobre revoco forma parte de la colección de Pinturas negras, que mayormente fueron hechas para su casa, La Quinta del sordo. En él aparecen dos villanos, enterrados hasta las rodillas, peleando con bastones en un paraje desolado. Estas luchas eran muy conocidas, eran como semejanza a las luchas de los caballeros, pero sin padrinos, reglas, elección de armas ni cuenta de pasos. La diferencia en armas era el uso de bastones o garrotes.
Fue pasado de revoco a lienzo, al igual que las restantes de esta serie, a partir de 1874. Fueron donadas en 1881 al Museo del Prado, donde aún permanecen.
Misceláneas
Francisco de Goya, junto con Velásquez y Pablo Picasso, forma parte de la historia artística de España y el mundo. Considerado un maestro entre los grandes, ha sido objeto de reconocimientos a través de libros, películas, óperas y otras manifestaciones más.
Películas de Goya
No podía faltar una película que se refiriera a Francisco de Goya y Lucientes. Con la trayectoria y legado que dejó en vida, lo menos era honrarlo e inmortalizarlo para futuras generaciones. No sólo ha sido protagonista en diversos biopics, sino también ha sido inspiración para otras producciones literarias y cinematográficas.
Por ejemplo, Les desastres de la guerre (1951), de Pierre Kast, francesa; la estadounidense The Naked Maja (1958), de Henry Koster; Último chantaje (1961), inglesa, de George Marshall, y la alemana de la RDA Goya, Ili Tjazkij put’ Poznanija (1971), de Konrad Wolf. En España, Goyescas (1942), de Benito Perojo (sobre su época) o Goya, historia de una soledad (1971), son algunas de ellas.
Después de la muerte de Francisco Franco, la serie de televisión que más se acercó a Goya fue “Goya 1746-1828”, en 1985. En 1999, Goya en Burdeos, de Carlos Saura, y Volavérunt, de Bigas Luna. Goya en Burdeos, es más similar al canon de biopic, con José Coronado y Francisco Rabal, como Goya, quien se convierte en el actor que más veces encarnó al pintor.
Los fantasmas de Goya
Película de producción hispano-norteamericana, dirigida por Milos Forman, en el 2006. Se trata de una historia narrada a través de Francisco de Goya, sobre un grupo de personas que vivieron en la época convulsionada y agitada, como fueron los últimos años de la inquisición española, la invasión de Napoleón, la derrota de los franceses y la restauración de la monarquía española, con la intervención del ejército británico, de Wellington.
Esta película no logró las mejores críticas, apenas un 28% de 82 comentarios recibidos en el sitio web Rotten Tomatoes, dedicado al análisis y revisión de películas, fueron positivos. Parecido resultado en Metacritic, otro sitio web, en el que sólo unos 25 comentarios sobre 100, fueron favorables.
Javier Bardem, actor, fue nominado al Premio Fernando VII como peor actor protagonista, en los Premios Godoy, que galardonan a las peores películas españolas del año, basándose en votaciones a través del internet.
Goya, historia de una soledad
Película basada en la etapa más dramática vivida por el pintor Francisco de Goya. Recrea desde sus amores con la duquesa de Alba, hasta su exilio en Francia, en 1824, a donde se fue por tener una posición contraria al régimen de Fernando VII, hasta que vuelve a Madrid por motivos burocráticos, en 1926.
Goya en Burdeos
Dirigida por Carlos Saura, película española de 1999. Trata sobre el exilio de Goya en Francia, en el que hace una remembranza de su vida, desde su lecho de muerte. Recorre vivencias con su amante de ese momento, Leocadia Zorrilla de Weis y su hija Rosario Weiss.
Francisco Rabal ganó el premio Goya, en su XIV edición, como mejor actor protagonista, así como en el renglón Mejor Fotografía, Dirección artística, Diseño de vestuario y maquillaje. También fue merecedora del premio Sant Jordi y de la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos, al actor Francisco Rabal, como mejor actor.
Monumentos a Goya
- En la plaza del Pilar, en Zaragoza, hay un monumento erigido en honor a Francisco de Goya y Lucientes. El arquitecto José Beltrán Navarro y el escultor Federico Marés, son los responsables de este monumento, que consiste en una estatua con dos hombres y dos mujeres, vestidos como majos y majas, que fue inmortalizado por Goya en sus cartones para tapices. Esta estatua fue inaugurada el 8 de octubre de 1960. Fue remodelada tiempo después, agregando una fuente donde el agua fluye sobre unas placas blancas, en la que la estatua resalta por su elevación.
«La fantasía abandonada de la razón produce monstruos, pero unida a ella es la madre de las artes». Frase que aparece en una de las paredes del monumento.
- Desde 1946, está colocado un monumento en bronce sobre un pedestal de mármol, en homenaje a Francisco de Goya, en el Paseo del Prado y junto al Museo del Prado, en Madrid, por el acceso norte del Museo, conociéndose ahora ese acceso como la puerta de Goya. Realizado por el escultor Mariano Benlliure. “La maja desnuda” se puede ver en el pedestal, así como también un conjunto de relieves que rememoran “Los caprichos” y adornan el monumento. Inaugurado en 1902.
- En la intersección de la calle Alcalá con Francisco de Goya, hay un busto del pintor aragonés, sobre un pedestal de granito, obra de Victor Ochoa. Representa a un Goya sexagenario y está allí desde 1998.
- La Casa Natal de Goya, declarada Monumento Histórico Nacional, es una visita obligada para conocer de la vida de este gran maestro de la pintura española.
Curiosidades
Goya era el pintor más valorado de los que trabajaban en Aragón.
En el año 1879, en la primera exhumación a los restos de Goya, se descubrió que le había sido birlada la calavera.
Su desgracia se acrecentó tras la llegada de José Bonaparte a la corte siendo nombrado su pintor de cámara, aunada a la restauración de la corona por parte de Fernando VII.
Fue enterrado en la ermita de San Antonio de la Florida. En dicho lugar, cien años antes, él mismo, había pintado las obras religiosas de esa iglesia.
Está sepultado junto a su inseparable amigo Miguel Martín Goicoechea. Desde su primera sepultura en Burdeos han permanecido juntos en todos sus traslados.
El cuadro de Goya que ha aparecido en películas de cine, en numerosas ocasiones, es el retrato de Fernando VII, utilizado como ejemplo de déspota en Luz de domingo (2007) y Carmen (2003), por nombrar algunas de ellas.