Fernando Botero Angulo es un artista y escultor figurativo colombiano, nacido en Medellín; gracias a su estilo propio, también es conocido como «Boterismo», representa personas y figuras en un volumen grande y excesivo, que puede personificar crítica política o humor, dependiendo de la pieza.
Biografía y vida de Fernando Botero
Fernando Botero Angulo nació el 19 de abril de 1932 como el segundo hijo de tres, sus padres fueron David Botero y Flora Angulo. David Botero, un vendedor que viajó a caballo, sucumbió a la muerte de un ataque al corazón cuando Fernando tenía cuatro años. Su madre se ganaba la vida como costurera.
Él tomó un papel importante en su vida, y aunque aislado del arte como se presenta en los museos y otros institutos culturales, Botero fue influenciado por el estilo barroco de las iglesias coloniales y la vida de la ciudad de Medellín mientras crecía.
Recibió su educación primaria en Antioquia Ateneo y, gracias a una beca, continuó su educación secundaria en el Colegio de Jesuitas de Bolívar. En 1944, el tío de Botero lo envió a una escuela de matadores durante dos años.
En 1948, Botero a la edad de 16 años publicó sus primeras ilustraciones en la revista dominical de El Colombiano, uno de los periódicos más importantes de Medellín. Usó el dinero que le pagaron para asistir a la escuela secundaria en el Liceo de Marinilla de Antioquia.
El trabajo y obra de Botero se exhibió por primera vez en 1948, en un espectáculo grupal junto con otros artistas de la región. De 1949 a 1950, Botero trabajó como escenógrafo, antes de mudarse a Bogotá en 1951.
Una vez concluidos sus estudios secundarios en 1950, se transportó a Bogotá en 1951 donde tuvo contacto seguido con algunos de los eruditos colombianos más importantes de la época. Ese mismo año, Botero ejecutó sus dos primeras exhibiciones individuales y en la galería Leo Matiz dio un muy buen progreso a su carrera.
A continuación a ello, se residió en Tolú, en la Costa Caribe colombiana, a donde se propuso a pintar en la pensión de Isolina García, y pagó su estancia con un mural. A su retorno a Bogotá, con el óleo «Frente al mar» conquistó el segundo puesto en el IX estancia nacional de artistas.
Su primera presentación individual, se efectuó en la Galería Leo Matiz en Bogotá, unos meses luego de su llegada. En 1952, Botero recorrió varios lugares con un grupo de artistas hasta Barcelona, donde continuó brevemente antes de transportarse a Madrid.
En Madrid, Fernando Botero ensayó en la Academia de San Fernando. En 1952, transitó a Bogotá, donde tuvo una exhibición individual en la galería Leo Matiz. En 1953, Botero se mudó a París, donde anduvo la mayor parte de su tiempo en el Louvre, asimilando las obras allí.
Residió en Florencia, Italia desde 1953 hasta 1954, aprendiendo las obras de hábiles del Renacimiento. En las posteriores décadas, ha vivido la mayoría de sus horas en París, pero se traslada un mes al año a su ciudad nativa de Medellín. Ha tenido más de 50 exposiciones en las más importantes ciudades del mundo, y su trabajo establece precios de venta en millones de dólares.
Tras su retorno de Italia en 1955, el virtuoso decidió hacer una exhibición en Bogotá de las obrasefectuadas en Europa, de las cuales consiguió muchas críticas, pues, en ese instante el país estaba intervenido por la avanzada francesa, lo que le llevó una fría aceptación. En 1958, conquistó la novena jornada del Salón de Artistas Colombianos.
Botero volvió a Bogotá y en el año de 1958 fue escogido docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Este exhibe una obra de formato grande, al X Salón de Artistas Colombianos. Creada con la consciencia de ser una obra catedrática, Botero consigue con La Camera Degli Sposi el primer premio en el salón, asegurándose como el pintor más significativo de este año en Colombia.
En 1960, Botero volvió a Nueva York para reinstalarse. Una vez allá, arrendó un pequeño apartamento donde vivía humildemente, pues terminaba de separarse de su esposa; asimismo, sus obras no apaleaban mucho laurel, pues los gustos neoyorquinos del tiempo cambiaban velozmente y ahora la abstracción se imputaba.
Mientras su disertación por el volumen parecía filtrarse a un segundo plano por la inquietud por la pincelada y el color, Botero creó atractivas series como la de la Monalisa, una de las cuales fue obtenida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1962 y la de Los niños de Vallecas en deferencia a Diego Velázquez.
Para 1962, su enunciado expresionista llega a un punto de modulación, porque está a punto de tomar un camino que lo aleja concluyentemente de su desvelo por el volumen. Botero reinicia su intento, esta vez relacionándose más por las obras de artistas pop que están presentando en Nueva York, provecho de lo cual su obra retoma las intranquilidades temáticas de sus personajes alegóricos dejando de lado el semblante formal del pincelado, y usando colores lisos en su pintura.
En ciertos casos llega inclusive a contener collages en sus pinturas del año 1963. Después de haber enfrentado su firmeza económica, Botero se casa nuevamente. En 1963 cambió su domicilio al East Side y alquiló un nuevo estudio en Nueva York. Es allí donde germinó su estilo figurativo en varias de sus obras de este período con colores sutiles y suaves. Su pasión por Rubens se deja distinguir en sus obras.
A principios del 2008, Fernando Botero Angulo consiguió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en la ciudad de Monterrey en México. Equivalentemente, mostró por primera vez en esta localidad su recopilación de pinturas sobre «Abu Ghraib» y su monumental escultura en bronce reconocida como «Caballo».
Luego del año 1983, Botero emprendió una cadena de exhibiciones a través de todo el globo que aún hoy no termina. Es así como sus obras son mostradas y por ende conocidas en ciudades como: Dubái, Londres, Roma, Chicago, Buenos Aires, Tokio, Santo Domingo, París, Caracas, entre otros.
Su obra ha recorrido la mayoría de los países europeos y americanos. Botero es uno de los escasos artistas, por no decir el único, que se ha entregado el lujo de exhibir sus obras en varias de las avenidas y plazas más afamadas del mundo.
Familia
Contrajo matrimonio con Gloria Zea, cónyuge de Fernando Botero, quien fue la Ministra de Cultura de Colombia. Juntos dieron el fruto de tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. Los mayores Boteros se divorciaron en 1960 y cada uno se volvió a casar. A partir de 1960, Botero vivió por 14 años en Nueva York, pero más actualmente se instauró en París. Lina asimismo vive fuera de Colombia, y en 2000 Juan Carlos se trasladó al sur de Florida.
En 1964 Tuvieron un hijo, Pedro Botero Zambrano, nacido en 1974, que murió en 1979 en un accidente automovilístico en el que Botero también resultó herido. Botero y Zambrano se divorciaron en 1975.
En su última acción, Botero se casó con la artista griega Sophia Vari. Residen en París y tienen una casa en Pietrasanta, Italia. El 80° aniversario de Botero fue conmemorado con una exposición de sus obras en Pietrasanta.
Su hijo más conocido es Fernando Botero Zea nacido el 23 de agosto de 1956, el cual es un político colombiano que sirvió en varios cargos públicos, incluido como ministro de Defensa bajo el presidente Ernesto Samper, para quien fue gerente de campaña para la carrera presidencial de Samper.
Botero fue elegido como miembro del Congreso colombiano por el Partido Liberal Colombiano. Botero Zea fue declarado culpable de problemas financieros relacionados con la campaña de Samper por haber aceptado dinero del Cartel de Cali y haber cumplido casi tres años de prisión.
Relación con Cecilia Zambrano
Fernando Botero emigró a Nueva York a empezar de nuevo. En 1970, en la misma ciudad nació su hijo Pedro Botero Zambrano, frecuentemente llamado Pedrito. En paralelo, su fama mundial se acrecentaba cada vez más y lo reconcilió en ese entonces en el escultor viviente más cotizado del planeta.
En ese momento, conoció a su próximo amor, ex cónyuge de Fernando Botero, Cecilia Zambrano, con la cual procreo otro hijo, el cual falleció en un accidente de tránsito con tan sólo cuatro años. Este acontecimiento no sólo transformo su estilo, sino que convergió en el que es posiblemente su cuadro más idolatrado, Pedrito Botero.
La muerte de su hijo depondría rasgos en la obra de Botero que, a partir de ese instante, comenzó a tener canjes recónditos, razonados por la crítica como huellas de la pérdida de su hijo. Además, el matrimonio de Fernando Botero con Cecilia Zambrano, no fue capaz de soportar la pérdida del niño y Botero se divorció por segunda vez.
En esos momentos, Botero empezaba a vigorizarse como escultor y a abrirse paso en el mundo del arte debido a la venta al Museo de Arte Moderno de Nueva York de trabajos como el Obispo Dormido, una sucesión sobre el Niño de Vallecas, la Apoteosis de Ramón Hoyos y la Monalisa de 12 años.
Es calificado el artista vivo más reconocido y referido de América Latina, y su arte se puede localizar en lugares muy visibles en todo el mundo, como la Park Avenue en la ciudad de Nueva York y los Campos Elíseos en París.
Características de sus obras
Si bien su trabajo incluye naturalezas muertas y paisajes, las características de las obras de Fernando Botero se han concentrado en el retrato situacional. Sus pinturas y esculturas están unidas por sus figuras proporcionalmente exageradas o «gordas», como alguna vez se refirió a ellas.
Botero explica su uso de estas «personas grandes», como suelen llamarlas los críticos, de la siguiente manera: «Un artista se siente atraído por ciertos tipos de formas sin saber por qué. Usted adopta una posición de forma intuitiva, y más tarde intenta racionalizarlo o incluso justificarlo«.
Botero es un artista abstracto en el sentido más fundamental, eligiendo colores, formas y proporciones basadas en el pensamiento estético intuitivo. Aunque solo pasa un mes al año en Colombia, se considera el «artista más colombiano que vive» debido a su aislamiento de las tendencias internacionales del mundo del arte.
En 2004, Botero exhibió una serie de 27 dibujos y 23 pinturas sobre la violencia en Colombia de los carteles de la droga. Donó las obras al Museo Nacional de Colombia, donde fueron expuestas por primera vez.
En 2005, las obras de Botero ganaron considerable atención por su serie de Abu Ghraib, que se expuso por primera vez en Europa. Él basó los trabajos en informes de abusos de prisioneros de las fuerzas estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib durante la Guerra de Iraq.
Comenzando con una idea que tenía en un viaje en avión, Botero produjo más de 85 pinturas y 100 dibujos para explorar este concepto y «pintar el veneno». La serie fue exhibida en dos localidades de los Estados Unidos en 2007, incluida Washington, DC. Botero dijo que no vendería ninguna de las obras, sino que las donaría a museos.
En 2006, después de haberse centrado exclusivamente en la serie de Abu Ghraib durante más de 14 meses, Botero volvió a los temas de sus primeros años de vida, como la familia y la maternidad. En su Une Famille, Botero representaba a la familia colombiana, un tema a menudo pintado en los años setenta y ochenta.
En 2008, expuso las obras de su colección The Circus, que incluye 20 obras en óleo y acuarela. En una entrevista de 2010, Botero dijo que estaba listo para otras materias, y que después de todo esto, siempre vuelve a las cosas más simples como las naturalezas muertas.
Obras de Fernando Botero
Su obra comprende temas, y también tiene contenida la vida cotidiana en Colombia, crónicas históricas de arte como la Mona Lisa y abusos del poder, todo unido por las figuras excesivamente rotundas de Botero. Esta estilización a menudo se demuestra como una crítica social punzante, como se nota en su The Presidential Family de 1967.
Viajando a Europa a principios de la década de 1950, copió las obras de Francisco de Goya y Diego Velázquez en el Museo del Prado en Madrid y estudió las pinturas de Paolo Uccello y Piero della Francesca, en Italia.
En 1960, el virtuoso se cambió a Nueva York donde reparó con las pinceladas gestuales de los pintores de la Escuela de Nueva York de ese momento. Este galanteo estilístico fue fugaz y en la década de 1970 Botero se había instituido en la técnica por la que actualmente se lo conoce.
Además de emplear técnicas de movimientos importantes, las pinturas de Fernando Botero emulan con frecuencia el tema y las composiciones de maestros pasados, sus representaciones bulbosas de estas imágenes familiares a menudo interpretadas como gestos de ironía o caricatura. El aspecto aumentado de las figuras pintadas de Botero se manifiesta en su obra escultórica, comúnmente fabricada en bronce a gran escala y que a menudo se exhibe en público.
Algunas de sus obras destacadas son:
- Serie Venus.
- La Dama.
- La Ballerina Asquadra.
- El Soldado Romano.
- Serie Gatos.
- Bailarina, 2006.
- La Pudeur, 1981.
- Hombre a caballo, 1992.
- Mujer a caballo, 2002.
- El Ucello (Vecchio).
- Leda e Il Cigno.
- El Pájaro.
- La Mano, 1975, 2003.
- Insomnia, 1990.
- Torso, 1992.
- Eva
- Adam
- Picnic
- Couple Dancing, 1961.
- La pensée
- Pareja, relieve en mármol de Carrara.
- Colección Pedrito.
- Hombre con bastón, 1977.
- Serie Perro
- El Caminante.
- Donna Seduta.
- Ballerini Vestiti Medio.
- Parrot, 1981.
- La Pareja.
- La Maternidad.
- Mujer con espejo, 1994
- Centauro, 1995.
- Caballo sin bridas.
- Caballo con silla de montar, 2007.
- Still life with watermelon, 1976.
- Cabeza mármol de Siena, 1981.
- Mujer con serpiente.
- Les Denseurs, relieve en mármol de Carrara.
- Caballo con bridas.
- Naturaleza muerta, 1976, 1977, 1981
- Mujer sentada con niño, 1991.
- Cabeza de hombre, 1979.
- Florero, 2002.
- Snake, 1977.
- Mujer con sombrilla, 1977.
- La Guitarra.
- Mujer acostada, 2008.
- El rapto de Europa, 1992
- Mujer con pájaro en mármol de Carrara, 1990.
- Serie Lovers, 1985.
- Mujer sentada, 2002.
- Donna sul letto, 2003.
- Mujer reclinada con tela, 2004
- Mujer en silla, 1995.
- Ballerini, piccolo donna su gradino. 2006.
- La Poupée, 1977.
Pinturas
Las pinturas de Fernando Botero son verdaderamente únicas y fácilmente reconocibles. Cuando una vez se le pidió que definiera un estilo artístico, respondió que la prueba debería ser de un naranja humilde. Según explicó, a pesar de las cualidades universales de tamaño y forma, una naranja representada por un artista sería imposible de confundir con una naranja pintada por otro.
Sin embargo, los temas de cada pintura son diferentes. En sus pinturas, incluso el presidente de Colombia, Cristo, la Virgen no pudo escapar al destino de ser obesidad. Cuando se le pregunta por qué elige graso como el protagonista de su trabajo, explica que lo que pinta ahora es graso, pero expresa una belleza volumétrica a través de un tema práctico.
El arte es deformado y exagerado, y no tiene nada que ver con los grasos. Lo graso no significa solo persona, sino también animales, frutas, e instrumentos musicales. Él piensa que un artista se centrará en algún tipo de forma de arte sin saber la razón.
Fernando Botero representa a figuras como el globo inflado con una imagen visual extremadamente exagerada, que revela los sentimientos de ironía, humor y mezcla de un toque de comentario social y político.
Otros objetos como animales y frutas se representan con la misma técnica que las figuras. Visto desde la forma, el graso es siempre el papel principal y desde el punto de vista del contenido, cambia de los primeros años de las escenas de la vida rural a la figura «gorda» para criticar a la sociedad.
El comentario social evidenciado en sus obras también contiene un incisivo sentido del humor y una empatía humana que hacen que su obra sea profundamente humanista. Botero estudió arte en Europa y su educación, particularmente en Italia, y tuvo un impacto significativo en su estilo.
Entusiasmado por las obras del alto Renacimiento y el Barroco español, ganó una sólida base artística, histórica y filosófica que continúa informando su práctica. Otra influencia importante en su estilo fue el muralismo mexicano y su escala monumental de las formas humanas y el comentario social imbuido en estas piezas.
Mona lisa
La Mona Lisa, que se terminó en 1978, es un clásico trabajo representativo de Fernando Botero. Estaba lleno de entusiasmo sobre el trabajo clásico de maestros, lo que llevó a su serie de copias a obras de ellos.
Pero este se especializó en agregar sus propias características e ideas en las pinturas. Podemos ver en su repetido tema de las obras de maestros antiguos, como La Boda Arnolfini de JanVan Eyck y Las Meninas de Diego Velázquez.
La diferencia es que reemplaza muchas imágenes en la pintura al emplear su estilo único. En esta pintura, la cara inflable impulsa nuestro deseo de pellizcar la piel, y la escena de erupción volcánica detrás del lado derecho de la figura es tan ingenua y linda.
El escritor Xixi se refirió a esta pintura en el libro The Topic of Time, y dijo: «Todavía recuerdo su pintura de Mona Lisa, joven, gordita e ingenua, que es su búsqueda del origen de la sonrisa de Mona Lisa en su adultez, e intercambios verbales entre artistas en diferentes períodos».
En este genuino retrato de 1959, da un punto de vista irónico de este tema tradicional, inspirado en el arte de Miguel Ángel, Goya y Velázquez. La pintura Mona Lisa, es una obra muy sensual que destaca el volumen de la chica representada.
Sobre el arte de parafrasear obras famosas, explicó: «Estos temas son tan importantes para mí a medida que se hacen populares y más o menos pertenecen a todos. Solo entonces puedo hacer algo diferente con ellos. A veces solo quiero entender una pintura de una manera más profunda y completa, su técnica y el espíritu que la guía».
Pablo Escobar
En las piezas reconocidas como La muerte de Pablo Escobar, Fernando Botero describe la historia del notorio narcotraficante. El artista exhibe su versión de su muerte, simbolizando a Escobar en los tejados, desplomándose después de ser rebasado por muchas balas, frente a un paisaje que concierne a la ciudad de Antioquía.
El propósito del artista no era enaltecer el personaje o la escena, sino sujetar la violencia política naciente en su país. Más tarde, en 2006, Botero erigió una pieza, Pablo Escobar muerto, donde el señor de la droga emerge tumbado en la azotea de una casa, plagado de balas, pero que se siente estar durmiendo.
Ese tipo amado por los pobres, que edificó barrios, estadios de fútbol y hacía obras de caridad a más no poder, se unió a la cuestión de que muy pocos personajes delictivos de la historia toman el papel de Robin Hood y cuando lo hacen, entran en esa especie de limbo que parece contraponerse entre el bien y el mal, cosa que quiso representar Botero.
Las semejanzas van por el lado de la forma, en ambas obras el estilo de Botero es inminentemente reconocible, y por otra parte Escobar sigue siendo grande, como algo de lo que Medellín no se puede desarmar fácilmente.
Los músicos
La escena de Los Músicos representa a una banda musical a la mitad del juego, con cinco hombres corpulentos, cada uno con un instrumento diferente, y una cantante regordeta con los brazos levantados en una actuación entusiasta.
Las figuras ofrecen al espectador una visión única de cómo Botero se siente con respecto a la música: abundante en alegría y lleno de pasión. Dos páginas de partituras han caído al suelo, pero los músicos, tan absortos en su actuación, no les hacen ningún caso.
Curiosamente, la cantante parece tener un tamaño relativamente más pequeño que sus compañeros de banda. Tal vez Botero quería que la audiencia no solo se centrara en la estrella del espectáculo, sino que también prestara atención a los talentosos instrumentistas que impulsan su cautivadora voz.
Aquí están a la vista unos músicos de cuerpos inflados, los cuales han sido coloreados con colores simples. El manejo del espacio ha sido total, ya que no cabe un personaje más en este cuadro. Al publicar esta obra botero afirmo que un artista se siente atraído por ciertos tipos de formas sin saber por qué. Usted adopta una posición de manera intuitiva; solo después intentas racionalizarlo o incluso justificarlo.
Pedrito
El dolor por la muerte en un infortunado accidente de tráfico de su hijo pequeño, Pedro Botero Zambrano, de tan sólo cuatro años, llevó a su padre a la penuria imperiosa de personificar al niño en un cuadro azul, en ese infante Baltasar Carlos de juguete. El sufrimiento de Fernando Botero, el pintor colombiano que se dio cuenta de que, desde el impresionismo, el arte se tenía dejado del volumen, del relieve.
El infante nos mira firmemente, pero no ríe, desgreñado, aunque sí lo concibe su caballo, sobre ruedas, prodigiosamente vivo. A su izquierda, en el suelo de la morada, puso un juguete azul, tumbado y muerto, y un muñeco padre reposado, que solloza por la muerte de su retoño, y un enchufe con un cable negro que se siente como una culebra venenosa.
Al lado derecho, una casa de juguete posee abiertas sus puertas y una de sus ventanas. En el eje de ambos huecos, notamos a un hombre y a una mujer de luto, y detrás, la cabeza del caballo, descansado en una puerta excesivamente grande que está obstruida e irrumpida por las sombras.
Trepando por el límite externo de esta puerta, un pasador dorado y la cerradura insinúan el color divino de la satisfacción y las llaves de San Pedro. Ante el cuerpo muerto de su hijo, el padre afirme el arrastre de repetirse, de darle la vida nuevamente. Sabe que lo alcanza, porque es tan pintor como el mago de Altamira.
Fernando Botero había dicho que el arte complicado no tenía sentido, porque su energía turbulenta era pequeña, pero también redundaba que el buen arte sirve para hacer perpetuas las imágenes. Eternidad era lo que ahora apremiaba, así que pintó el cuadro.
Vía Crucis
Vía Crucis, un vocablo latino que representa en español el «Camino de la Cruz» es una cadena de obras de arte del pintor y escultor colombiano Fernando Botero acerca del tema de la Pasión de Cristo. Botero trabajó durante cinco meses antes de exhibirlo por primera vez en 2011 en la Galería Marlborough en Nueva York.
Mientras que inicialmente decidió vender las obras de Vía Crucis con precios que van desde $ 60,000 para dibujos en lápiz y en color hasta un millón y medio de dólares, para pinturas al óleo de poco más de dos metros de altura. Finalmente donó los 61 trabajos que el en el Museo de Antioquia en Medellín, su ciudad natal.
En exposiciones, Vía Crucis reúne 27 óleos en lienzos de varios tamaños y 34 dibujos en papel. Representa varios capítulos y personajes bíblicos que jugaron un papel, la marcha de Cristo hasta su muerte en la cruz como la fe cristiana. Por lo tanto, muchos aspectos de la Cruz se discuten tales como el beso de Judas, la crucifixión, el dolor de la Virgen María, el entierro de Cristo, Poncio Pilato, la corona de espinas o el Ecce Homo.
De acuerdo con el director del Museo de Antioquia, Ana Piedad Jaramillo Restrepo, esta exposición permite ver a la religión desde un punto de vista contemporáneo, que perdura en la actualidad, y que es la cruz actual.
Por lo tanto, decide tomar el tema de las Estaciones de la Cruz para su nuevo proyecto. Tratando de acercarse a través de los ojos de un artista moderno, en un espíritu de respeto, allí trabajando en él desde las cinco am de tres a seis meses. En total, hizo 40 óleos y 35 dibujos.
En 2012, mientras Vía Crucis se presentaba en el Museo de Antioquia en Medellín, Fernando Botero anunció el Viernes Santo el 3 de abril de 2012, que donó a este museo 27 óleos y 34 dibujos que componen el museo. Según un comunicado del museo, Botero «deseaba expresar la inmensa alegría que recibió de la recepción de su último trabajo en la ciudad y las demostraciones de afecto de sus conciudadanos por su 80º cumpleaños».
Con este acto de generosidad, el museo de Antiquia se convierte en el establecimiento con mayor número de obras de Botero, para un total de 187 incluyendo lienzos, dibujos y esculturas.
La Viuda
Este cuadro elaborado por Fernando Botero, artista colombiano, reconocido como la “Viuda” fue coloreado en óleo sobre lienzo en el año 1997. Se logran distinguir muchos colores, contentes y vivos. Lo que quiere simbolizar es, una mujer que perece su marido, es decir, se queda viuda, con sus tres hijos.
En la primera perspectiva, de un cuarto morado, se logra observar una mujer con sus 3 hijos, que por lo que se nota no son quietos. A primera vista está la mujer con un vestido negro custodiado por tablas que hacen la forma a su arreglado. Si transportamos la vista un poco a la parte superior, también podemos notar que la señora tiene en la cara, unas lágrimas llenas de desconsuelo.
En sus manos, carga un gran gato de color melaza. A sus extremos y junto a sus pies, están sus hijos, que puntualmente son dos niños y una niña. Los dos niños, se sienten inquietos. El que está a su izquierda, lleva una camisa naranja con lunares blancos que va por adentro de unos calzones cortos verdes que le cubren las piernas.
El que está a su derecha, en cambio, esta agarrado de la mano de su madre. Él, lleva una camisa de manga corta amarilla intensa, que a su vez la lleva por adentro de su pantalón de color granate, como la jalea de fresa. Este, lleva unas medias verdes que le revisten poca pierna y van seguidos por unos zapatos de aquella época negros.
Las características de Fernando Botero se ven en las figuras de este cuadro ya que, están bastante detalladas y en la mujer por ejemplo se pueden apreciar la tristeza. Y, por último, está la niña con un traje morado que le llega hasta las rodillas. Ella se halla sentada en el piso, con sus manos atareadas por un muñeco de piel sonrosada. Esta, lleva unas medias rosadas muy cortas y que le custodian unos zapatos marrones.
En una segunda instancia se localiza un colgador con siete vestuarios de la familia, hay también pueden incluir las prendas de su marido. También se puede observar una mesa marrón de madera, que arriba de ella se descubren dos manteles de colores, verde y rojo. Si se baja la vista hacia bajo, podemos no perder de vista el suelo conformado por pequeños rectángulos de color gris. En él, se observan los juguetes de los tres pequeños ángeles de la casa.
En general la obra ha gustado bastante porque se cree que tiene colores muy alegres y resplandecientes y, por otro lado, se piensa que tiene muchas historias que narrar. Este cuadro es muy vivo y comunica alegría y sentimiento, por lo que se puede llegar al autor.
Kamasutra
Los grandiosos artistas son quienes poseen la cabida de evolucionar y sorprender a su público. Con 81 años, Fernando Botero manifiesta, de nuevo, que es uno de ellos su creatividad está incólume y su pasión por el arte son más intensos que nunca.
El autor enuncio que comenzó a trabajar en las obras para mayo de ese año, y que se entusiasmó mucho con el tema y empezó a producir mucho. Busco ser muy tenue en la manera como afrontaba estas imágenes y por eso nunca se ve si sus protagonistas son hombre o mujer.
Esta serie, sería tan disertada como la de 2011, infundida en las torturas a prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib, o la de 2013, acerca de un circo mexicano. Él sabe que su trabajo siempre crea mucha atención, pero eso no le preocupa ya que su compromiso es con la belleza y el buen arte.
Cincuenta de estos dibujos se mostrarían entre diciembre y enero de ese año en la galería Gmurzynska de Saint Moritz, en Suiza. Luego, dice el diestro Botero, le gustaría que viajaran a Colombia. Alego que “Estaba tan contento con el resultado de esta serie, pues es una de sus obras más complejas técnicamente”, finiquita.
Expuso que en mayo de ese año buscaba una estructura para la escultura de una mujer apoyada y la encontró colocándole un hombre encima. Posteriormente ejecutó otras dos obras parecidas y acabó con un ejemplar del “Kamasutra” en sus manos.
Botero asegura tener un pensamiento que era un tratado que exponía muchas posiciones amorosas, pero la realidad es que hay muy poco de eso, es más bien un pacto de amor. Recomenzó como un procedimiento plástico y lo sigue siendo, porque la realidad es que el objetivo de esto no es estimular a nadie, es crear arte.
Esculturas
Entre 1963 y 1964, Fernando Botero ambicionó crear esculturas. Debido a restricciones financieras que le imposibilitaban trabajar con bronce, creó sus esculturas con resina acrílica y polvillo. Un ejemplo importante durante esta época fue «Small Head Bishop» en 1964, una escultura pintada con gran naturalismo. Sin embargo, el material era muy poroso y Botero decidió renunciar a este método.
Dado que la forma voluptuosa de su arte tiene que ver con el volumen y el espacio, no fue una sorpresa que eventualmente el artista buscara nuevos territorios en el campo de la escultura. El primer experimento con esculturas llegó a los 30 años cuando vivía en Nueva York.
Sus intentos iniciales se hicieron con resina acrílica y aserrín, el sustituto del hombre pobre por el bronce que no podía permitirse. Cuando su fama se rompió, el bronce volvió y la restricción financiera ya no limitaba al artista en sus esfuerzos artísticos.
Algunas de sus obras más famosas se pueden encontrar en Barcelona y Madrid, pero al igual que muchas de sus esculturas aparecen en otras mega ciudades como Singapur, Nueva York, París y Berlín. Se le puede encontrar a Botero en todo el mundo, también se puede encontrar en lugares más inverosímiles como en Ereván, la capital armenia o la pequeña ciudad bávara de Bamberg, solo por mencionar algunos.
Gato
Esta obra es todo un emblema de Barcelona y del suburbio del Raval. Se siente que al final del Cauce de este distrito el Gato se halla a gusto, después de haber transcurrido 15 años buscando una exhibición fija. El Gato de Botero es admitido por todos con una sonrisa en los labios. Sólo posee un contendiente, el Caballo del mismo autor.
El Gato de Fernando Botero fue conseguido por el Concejo de Barcelona en 1987. Desde aquel tiempo y hasta el año 2003, la escultura erraba por las calles de la ciudad en búsqueda de un espacio definitivo. Primero la halló en el Parque de la Ciutadella, cerca de sus camaradas del Zoo de Barcelona.
Posteriormente se lo llevaron junto al Estadio Olímpico y unos años después fue instalado en una pequeña plaza atrás de las Drassanes en Barcelona. Últimamente en el año 2003 se tomó la medida de colocarlo de forma concluyente al final de la joven Rambla del Raval. Y se dice que posiblemente porque los gatos tienen siete vidas, allí recalca con especial ímpetu.
Es básico que todo el mundo explora la imagen del gato, grande y obeso, hecho en bronce, de cara pueril y larga cola. Este es un punto de colisión y de juego de los más osados, que se suben arriba para tomarse fotos, la escultura ha permanecido completamente acabada en uno de los entornos más remodelados de Barcelona.
El monumento de Botero simboliza un elemento de nuestra vida cotidiana, pero con unas simetrías excedidas. El mismo estilo detalla el Caballo del autor colombiano, situado en la Terminal 2 del aeropuerto de Barcelona desde 1992, y que se ha transformado en punto de encuentro para los pasajeros del aeropuerto del Prat.
La mano
La Mano es una obra escultural del virtuoso colombiano Fernando Botero que personifica una mano humana. Esta pieza no es un presente del escultor a la capital de Madrid a contradicción de La Mujer con Espejo de Botero, ya que fue conseguida por Telefónica y subsiguientemente conferida al Ayuntamiento de Madrid, sin embargo, Telefónica sigue guardando su posesión.
Se localiza en el Paseo de la Castellana, en Madrid, España. Es de magnas dimensiones, cerca de ser tan alta como una persona promedio. El gesto gallardo y sutil de todo ese acumulado de dedos lo bautizan en una obra singular.
Los músculos palmares que continúan a ese arcado fibroso transversal, el tendón anular anterior y las elevaciones tenar e hipotenar de la mano son representaciones a subrayar. Se dice inclusive que las rayas de la palma, sirven de soporte a la quiromancia.
La maternidad
La Maternidad es una obra escultórica callejera situada en la plaza Escandalera, en la ciudad de Oviedo, Principado de Asturias, España. El panorama urbano de esta localidad se nota acicalado por obras esculturales, habitualmente monumentos recordatorios ofrendados a protagonistas de individual notabilidad en un primer instante, y más estrictamente artísticas desde finales del siglo XX.
La escultura está hecha en bronce y está anotada en el año 1989, pese a que se instaló en 1996. La obra muestra una mujer sentada con un niño sobre uno de sus piernas. La imagen, que cuenta casi con dos metros y medio, y pesa 800 kilogramos, posee un color gris oscuro y deja al manifiesto las aumentadas y obesas formas tipologías del escultor colombiano, autor de la misma.
Frases más famosas
Fernando Botero ha logrado fama y dinero a nivel mundial por su arte tan emblemático y característico, el cual a lo largo de su vida nos ha dejado una serie de frases que muchos de sus seguidores recuerdan con cariño. Sus frases más resaltantes las tenemos a continuación:
- “Cuando comienzas una pintura es algo que esta fuera de ti. Al terminarla, parece que te hubieras instalado dentro de ella.”
- “En mis cuadros hay cosas improbables, no imposibles.”
- “Mi manera de pensar se refleja en mi trabajo, que tiene gran respeto por la tradición. A la vez, es una expresión moderna y contemporánea de la pintura.”
- «El arte no tiene ningún poder de mover nada. El arte tiene poder en el tiempo, de recuerdo y de testimonio.»
- “El arte es espiritual, un respiro inmaterial de las dificultades de la vida.”
- “Los viajes no influyeron en mi obra, ese es mi sistema de vida: me da placer cambiar de ciudad. Tengo estudios en varias partes y una ciudad no me da nada. Uno lleva por dentro lo que quiere decir: lo tengo y sé mi camino, no voy en busca de inspiración, momentos o iluminación especiales cuando cambio de un lugar a otro.”
- “El arte efímero es una expresión menor que no se puede comparar con la idea del arte concebido con el deseo de perpetuidad. Lo que mucha gente no entiende es que Picasso es un artista tradicional”.
- “En el arte abstracto hay cosas muy bellas. Lo que pasa es que yo considero que el arte abstracto es incompleto. Es muy bello porque es muy decorativo, hay unos colores maravillosos, formas muy hermosas; pero la mejor definición que conozco de la pintura la dio Poussin, el gran maestro del siglo XVII. Dijo que la pintura es una expresión que se hace sobre una superficie plana con formas y colores para dar placer. Eso le falta al arte abstracto: hay un placer de ver el color, la forma, pero no produce ese sobrecogimiento de la pintura figurativa”
- “Todo cuadro debe tener un punto rojo, uno blanco y uno negro; pero hay que llegar siempre al extremo que es el negro o al extremo de luz que es el blanco.”
Museo de Fernando Botero
El Museo Botero se encuentra en la capital de Colombia: Bogotá. El museo alberga una de las colecciones de arte internacionales más importantes de América Latina. Ve 500,000 visitantes anualmente, alrededor de 1,000 diarios, y de esos 2,000 estudiantes por mes.
Al estar en el barrio de La Candelaria de Bogotá, el museo se encuentra muy cerca de otros lugares importantes como la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo del Oro de Bogotá. En el año de 2000 el artista colombiano Fernando Botero donó 208 piezas de arte, 123 de su propia creación y 85 de otros artistas internacionales, al Banco de la República.
Con esta colección, el Museo Botero fue fundado en el barrio de La Candelaria, el centro histórico de Bogotá, en una mansión colonial que fue adquirida por el Banco de la República y fue habilitada para albergar la colección de arte del propio Fernando Botero. Desde el 1 de noviembre de 2000, el museo ha estado abierto al público de forma gratuita.
La Tutela del Museo Botero de Bogotá fue ejecutada por el mismo Fernando Botero con el soporte de María Elvira Escallón y José Ignacio Roca. Una de las estipulaciones de la donación, fue que toda obra donada no podía ser suministrada o cambiada de ubicación luego de guindada. Por ello, el acoplamiento de las obras se conserva tal cual como Botero lo concluyó.
Curiosidades
- Un hecho curioso proviene de la infancia de Botero cuando en realidad quería ser torero. Solía sentarse junto a la » Plaza de Toros la Macarena » para vender dibujos que combinaban esta pasión con su gran habilidad para dibujar.
- Todo personaje en su obra de arte es el producto de su propia exploración del tema a través de la literatura. Su primer contacto con el tema sexual fue con la Divina Comedia; el libro estaba escondido en la biblioteca de su madre.
- Botero también usa su propio dolor como inspiración. Algunas de las situaciones que le causan dolor se encuentran a menudo en su obra de arte, como la violencia en América Latina o la prisión de Abu Grhaib.
- Fernando Botero afirma que su curiosidad es responsable de su vida interminable como artista y de su actividad y validad en su 82.
- También afirma que las artes atraviesan un período difícil; hay una falta de identidad y originalidad, que finalmente resulta en obras de arte que son exactamente las mismas. Para él, ya no hay nada nuevo o diferente.
- Es extremadamente difícil para Botero elegir su obra de arte favorita. Es una decisión difícil para alguien como él, que ama los colores y las formas.
- Fernando Botero considera que las figuras gordas están bastante expandidas. Él dice que está obsesionado con el volumen.